El Cabildo decidió sustituir este primer trono durante el pontificado del
arzobispo don Baltasar Moscoso y Sandoval (1646-1665). Después de
construir el segundo, en el siglo XVII, quedó exclusivamente como carro
procesional, pero estuvo sin utilizar durante muchos años, hasta que fue
expoliado en la guerra de la Independencia, al igual que ocurrió en otras
catedrales e iglesias españolas, siendo llevado a la Casa de la Moneda de
Madrid, para ser fundido.
EL BALDAQUINO O GLORIA BARROCA
Aunque la imagen de la Virgen del
Sagrario es de madera, con excepción
de las manos y de la cara, está revestida con una lámina de plata
bastante gruesa, que la hace muy pesada, lo que dificultaba la retirada y
colocación en su hornacina para los actos procesionales.
Esto, y la imposibilidad de que cupiese alli la nueva carroza o trono móvil,
motivó la reforma, eliminando la reja y construyendo una nueva mesa de
altar, de madera, para poder moverla con facilidad. Para ello el frente se cubría
con una tela rica, cuyo color variaba, según las festividades de la Iglesia.
Sobre el altar se alzaban cuatro gradas de madera, recubiertas con
plata repujada por el frente y los costados, pues no olvidemos que estamos
ante el camuflaje de un carro procesional que se ve por todas partes.
La imagen permanecía fija sobre el trono móvil.
Mientras estaba bajo el nicho de la capilla, el conjunto descansaba sobre
unos bancos o burros con la finalidad de que los ejes de las ruedas no trabajasen
constantemente soportando el peso. Estas solo apoyaban en el
suelo cuando se sacaba el carro procesionalmente, saliendo de su emplazamiento
mediante una rampa. Por la parte posterior se cubría con un frontal
de tela rica que llegaba desde el suelo hasta el comienzo del trono.
Dos han sido los modelos que, adaptándose a los gustos artísticos de
cada época, nos ha llevado al actual trono o baldaquino. Pedro de la Torre,
diseñó un conjunto con una organización similar a la existente. En realidad,
la modificación más aparente, será la sustitución de los ángeles orantes
que hacián de soporte al arco de gloria, por columnas salomónicas.
El nuevo trono, sería más grande y en consonancia con el gusto barroco.
Según referencias antiguas, la altura desde el arranque de la peana
hasta el remate, era de unas 3 varas (unos 2,50 metrcs). Dieron trazas
para construirlo en madera, varios artistas: en 1654, Pedro de la Torre; en
1655, Sebastián de Herrera y en 1656, el platero Juan de Pallares. Parece
ser que también presentó el Hermano Bautista.
Las noticias sobre la elección de proyecto por el Cabildo, son dispares.
Se dice que se adoptó el proyecto o modelo de Herrera "; que Herrera
perdió el concurso y que lo ganó Pedro de la Torre '"; se da a entender
que quien ganó el concurso fue Herrera, pero se volvieron a seleccionar
las trazas de Pedro de la Torre "''.
Creemos que de todos los proyectos presentados se eligió el de
Sebastián de Herrera Barnuevo (1619-1671), arquitecto, tracista y ensamblador,
discípulo de Alonso Cano, al que pagan su trabajo el 15 de febrero
de 1655. Su traza se conserva en el Museo del Prado, ya que, según
parece, se volvió a seleccionar la de Pedro de la Torre. Su rechazo en un
primer momento, justificaría su envío a Lugo.
Otra cuestión dudosa es saber si en la traza de Pedro de la Torre, figuraban
o no las columnas salomónicas. Bonet Correa sostiene que se introdujeron
por encargo expreso del Cabildo, que, al contratar su realización con
Fanelli exigió esta novedad que no figuraba en el proyecto, cuyo modelo de
madera se conserva en la capilla de la Trinidad de la catedral de Toledo ".
Por el contrario, Virginia Tovar, dice que se incluyeron por sugerencia del
cardenal comitente don Baltasar Moscoso y Sandoval, el cual manifestó el
deseo de que se empleasen columnas salomónicas revestidas a oxas '". Por
nuestra parte señalamos que la traza que se ejecuta en Lugo en 1655, incluía,
como veremos, la nueva tipología de columna, figurando así en la traza.
Indiquemos que tanto Herrrera como de la Torre, pertenecen a la escuela
retablística madrileña no siendo ajenos a la influencia ejercida por
Alonso Cano. Diseñan una tipología de retablo-baldaquino que va a ser
utilizada por artistas, que lo difundirán por otros lugares de Espaiia. Un
ejemplo puede ser el retablo del
Sagrario o de los Ayala de la catedral de
Segovia, de José Benito de CLiurriguera, que utiliza la columna salomónica
rematando en semicírculo y un arco de gloria formado por ángeles,
sobre el pabellón que cobija el conjunto.
El trono de la catedral de Toledo, fue construido por el escultor florentino
Virgilio Fanelli, con el que firman contrato el 8 de enero de 1655. A pesar de
que también le ayudaron su mujer y su hijo, el tiempo de ejecución se fue
prolongando, de forma que en 1659 aún no lo había concluido, teniendo que
otorgar nueva escritura de compromiso. La obra no fue acabada hasta 1674,
después de asociarse con el platero madrileño Juan Ortiz de Revilla. El primero
recibió por su trabajo 400.202 reales y el segundo 171.798.
Esta obra de orfebrería la formaban 52 arrobas de plata fina dorada y
16 arrobas, 10,5 libras de bronce para la armadura interior. El peso tota!
de la plata fue de 2.600 marcos (unos 598 kilos), y costó 577.060 reales.
La mano de obra importó 572.000 reales, lo que hacía un total de 1.149.
060 reales, cifra muy importante para la época ".
En su estado actual, consta de una predela, o banco, de unos 0,80
metros de alto, y unos 3,5 metros de perímetro, con la ornamentación labrada
en plata cincelada. Tiene forma de tronco de pirámide invertida,
muy angulosa, articulada en forma cóncava-convexa y por consiguiente
muy movida, contribuyendo a acentuar el juego de luz-sombra.
Figuras en forma de ménsula, colocadas de perfil, contribuyen a suavizar
los ángulos del pedestal y su entablamento en saledizo. Esto hace
que resulte más ancha la base sobre la que se apoya el arco de gloria,
dando una sensación de inestabilidad característica del barroco.
En los entrepaños, formados por molduras y medias cañas, tiene medallones
en altorelieve, e incluso figuras exentas, como es el caso de los
ángeles de bulto redondo que, tocando instrumentos unos, y en diferentes
actitudes otros, llevan atributos alusivos a la pureza y virginidad de María.
En el techo del camarín del Buen Suceso ya había serafines y ángeles
revoloteando por las pilastras y arcos, claro precedente de las glorias de
Lugo y Toledo. En el centro de la predela se representa un tema muy
común en la iconografía barroca:
La descensión de la Virgen para imponer la casulla a San Ildefonso.
Están también los escudos de los prelados comitentes en el momento
de iniciarse y concluirse esta gran obra de orfebrería, que eran ios arzobispos
don Baltasar Moscoso y Sandoval (1646-1665) y don Pascual de
Aragón (1666-1677), respectivamente. También figuran los de los canónigos
que eran obreros, don Pedro López de Iñarra Isas! y don Gaspar de
Rivadeneira.
Sobre esta peana se asienta la Virgen del
Sagrario, cobijada bajo un
arco de gioria formado por un haz de cuatro columnas a cada lado, culebrinadas
o salomónicas, cuyas basas descansan sobre un alto pedestal.
Sostienen un nuevo tipo de entablamento, muy movido, que llaman modillón
y que sirve de asiento a los ángeles colocados en su arista, consiguiendo
ei efecto aéreo y de realismo que buscaba el barroco.
De este cornisamento arranca el arco de gloria formado por rayos,
nubes, ángeles y serafines, rematando en la clave con la Santísima Trinidad,
compuesta por las figuras del Padre Eterno, a la derecha, y el Verbo
Encarnado, a ia izquierda. Por debajo, sobre la cabeza de la Virgen, el
Espíritu Santo en forma de paloma, y encima, el globo del mundo rematado
con una cruz, rodeado por una aureola de rayos y resplandores.
Este segundo trono fue modificado a finales del siglo xviii, adaptándolo
al nuevo gusto clasiscista. Las columnas salomónicas, que sostenían el
arco de gloria, son sustituidas por otras de fuste estriado, de orden corintio,
aprovechando el cambio para dorarlo.
Para ver todo el documento ir a Google y poner :
Pedro de la Torre y los retablos baldaquino de la Virgen del
Sagrario de
Toledo y de los Ojos Grandes de Lugo
Un saludo